Reeditan a Isidore Ducasse, Lautreamont

por Fernando García (Clarín)

Bello como la intersección de un paraguas y una máquina de coser en una mesa de disección." Desde 1984, leer esa frase que disparó los cimientos de la revolución surrealista de principios del siglo XX se volvió un asunto tan complejo como la historia misma del libro y su autor: Los cantos de Maldoror, del franco-uruguayo Isidore Ducasse o Conde de Lautreamont. Con una última edición de 1984 importada de España, conseguir el libro de Argonauta con el indispensable estudio del crítico Aldo Pellegrini (gurú del surrealismo criollo) era una odisea.

Mario Pellegrini, hijo de Aldo y director de Argonauta, puso de nuevo en circulación Los cantos de Maldoror con nueva tapa, una obra de Fernand Leger. Es casi una decisión de sangre ya que la historia de la circulación de Lautreamont en Argentina está ligada directamente a la acción de su padre. Oculto por casi treinta años en Francia, el visceral testimonio de Isidore Ducasse recién pudo leerse en traducción argentina cuando apareció por primera vez a través de Boa en 1964. "En realidad el sello se creó sólo para editar ese libro como apoyo al proyecto de la revista surrealista Boa que dirigía Julio Llinás". Con traducción y notas de Pellegrini, Los cantos... se agotó pronto.

Asumida por Breton y la corriente surrealista como obra fundacional del movimiento, fue largamente despreciada por la intelligentsia y pasó de largo hasta que Pellegrini y Enrique Pichon Riviere lo rescataron en la revista surrealista Ciclo en 1946. Riviére siguió la frágil pista de los Ducasse en Montevideo y publicó una serie de artículos que salieron en 1992 en el libro Psicoanálisis de Lautreamont. "El decía que 'Los cantos...' era un libro maldito y pidió que lo publicásemos después de que muriera. Algo de razón tenía porque ese libro fue el que menos se vendió del catálogo."

Mario Pellegrini se exilió en Madrid en 1975 y en Barcelona lanzó tres ediciones de Los cantos de Maldoror con la tapa roja que los cultores del proto-surrealista conocen y atesoran. En la flamante edición, Pellegrini incluye una foto, la única que se conoce de Lautreamont. Fue descubierta recién en 1977 por el investigador francés Jean-Jacques Lefrére, quien la encontró revisando el álbum familiar de la familia de un condiscípulo de Ducasse en el Liceo Imperial de Tarbes. Cuenta Pellegrini que la duda sobre la identidad del daguerrotipo la clausuró el pintor Julio Silva, amigo de Julio Cortázar: "Lo mirás y te das cuenta que es él." Y, sí, esos ojos vieron algo.